La Alianza Trans Pacífico, conocida como TPP, incluye 12 naciones y constituirá el 35% del comercio mundial, siempre y cuando se aplique plenamente. Las negociaciones han estado en curso desde hace casi 10 años entre las naciones que se sitúan en la Cuenca del Pacífico. Si se sumaran los PIB (Producto Interno Bruto) de estas naciones, daría un total de $28 trillones USD (Dólar estadounidense). Juntos, esto representa casi el 40% del PIB mundial. La nueva asociación traerá enormes oportunidades para los inversores. Sin embargo, está llena de controversia.
La expansión del comercio es el objetivo declarado del pacto, pero son los detalles que han creado la discordia entre los potenciales miembros. No hay duda de que resultarán nuevas oportunidades, ya que el acuerdo será ratificado por las naciones de manera individual. Sin embargo, también traerá algunas consecuencias no deseadas. Algunos trabajos de fabricación migrarán de los países con salarios más altos a aquellos con precios más bajos. En algunas zonas, la competencia será más limitada con las nuevas normas y reglamentos.
La parte más controvertida del acuerdo escrito es la disposición que otorga a las corporaciones multinacionales el derecho de oponerse a las resoluciones nacionales y revisiones judiciales. Esto será posible apelando ante tribunales especiales, los cuales el tratado prevé.
Las naciones que actualmente hacen parte de las negociaciones son: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam.
Hay varias fuerzas en este momento impulsando el acuerdo. Dado que el crecimiento económico se está desacelerando en Asia oriental y partes de América del Sur, el TPP sería un motor de crecimiento, mediante la expansión del comercio mundial. También es una manera de consolidar a estos diversos países en la órbita occidental, la cual es dominada por Estados Unidos y Japón. A los Estados Unidos, por ejemplo, le gustaría fortalecer los lazos comerciales con los posibles miembros, especialmente Brunei, Malasia, Nueva Zelanda y Vietnam.
Lo anterior se considera como una forma de mejorar el vigor del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte). Se trata de un pacto comercial de tres vías entre Canadá, México y Estados Unidos, el cual entró en vigor en 1993. Si bien es cierto que el comercio y la inversión aumentaron dramáticamente en los 3 países, los beneficios del acuerdo son sumamente desiguales.
Además, es imposible conocer con exactitud el número de puestos de trabajo en manufactura que emigraron de los Estados Unidos a México. Sin embargo, el hecho de que esto ocurrió no puede ser disputado. Hubo un aumento en millones de nuevos empleos en los Estados Unidos, pero la mayoría de ellos no se pueden atribuir al TLCAN.
Hay unas cuantas consecuencias que los Estados Unidos debe considerar, ya que las negociaciones para una asociación comercial mucho mayor avanzan. El presidente Obama ha vuelto al tratado uno de sus objetivos a alcanzar mientras que está en el cargo. Sin embargo, el Presidente está experimentando una firme oposición de su propio partido en el Congreso de Estados Unidos, e incluso sus aliados tradicionales.
Lo que es curioso sobre el TPP, es la ausencia de China en el debate. El país no ha expresado su interés en formar parte del pacto, pero correctamente lo ve como un intento de los Estados Unidos para endurecer sus relaciones con los aliados y la obvia ampliación de las relaciones con otros países de la región del Pacífico. Cada vez más, China está empezando a ver los beneficios de unirse a las negociaciones. El problema está en los detalles. El gobierno chino tendría que cumplir con una serie de principios que pueden ser contradictorios con sus propios objetivos de desarrollo económico y comercial.
Los chinos no están solos. Corea del Sur está sopesando las ventajas y desventajas de ser parte del TPP. Lo mismo es cierto para Indonesia, Taiwán, Tailandia y Filipinas, en Asia oriental. Uno no tiene que preguntarse por qué Colombia, Panamá, y las naciones de América Central no están clamando por tener admisión. El ser parte de este pacto comercial requerirá una importante entrega de las prerrogativas nacionales.
Un tema importante en el diálogo entre las distintas naciones es el tema de las tarifas. Las naciones que han protegido a ciertas industrias o sectores de su economía, tendrían que suspender este tipo de prácticas. Estos incluirían todas las obligaciones japonesas de las importaciones agrícolas, en particular la carne de res, los cítricos, los productos lácteos y el cultivo más importante: el arroz. En los Estados Unidos, esto significaría el final de los gravámenes a la importación de azúcar y algunos textiles, incluyendo el calzado.
Los Estados Unidos insiste en nuevas garantías en materia de derechos de propiedad intelectual. Dada la importancia del entretenimiento y la industria de la música en la economía estadounidense, no es nada nuevo. También incluiría la investigación y el desarrollo, lo que significa una aplicación más rígida a las leyes de derechos de autor. Lo que los estadounidenses preferirían, sería una expansión básica del régimen que existe en el país, con respecto a los derechos de las personas físicas y morales, tanto a los productos como a las ideas de su creación.
Es un esfuerzo continuo por algunos de los países occidentales para ayudar a estandarizar el trabajo, las normas, y los reglamentos ambientales. Por supuesto, si las naciones menos desarrolladas se adhieran a estos requisitos, algunas de sus ventajas en cuanto a costos de producción serán anuladas.
Una de las principales preocupaciones entre los participantes y los posibles nuevos miembros es el tema del internet. Una práctica habitual en muchos estados de todo el mundo es el bloquear el acceso y el libre flujo de información de un país a otro. Otro tema polémico en este campo, es la ubicación del servidor. Muchos países han exigido en el pasado, que con el fin de realizar negocios en ese país, es necesario tener un servidor dentro de la jurisdicción nacional.
Esto es problemático para varias de las naciones en camino hacia la ratificación del TPP, ya que afecta directamente a los derechos y reglamentos de la información y la privacidad. Los gobiernos soberanos están acostumbrados a controlar este tipo de información de los ciudadanos que viven dentro de su jurisdicción.
Una ventaja competitiva importante para los Estados Unidos en ser parte del TPP es la parte de la economía que se ocupa de los servicios. El país cuenta con una vasta experiencia en temas relacionados con las finanzas y la tecnología. Los Estados Unidos no tiene paralelo en cuanto a los recursos de la industria de la información. Los países de todo el mundo han tratado de proteger sus servicios domésticos del “gigante americano”. En igualdad de condiciones, muchas industrias y empresas locales tendrán dificultades para competir con los Estados Unidos, cuando se trata de servicios.
Las empresas de propiedad del Estado serán un problema para todos los miembros potenciales del tratado. No va a ser fácil el dar cabida a los deseos de los países individuales, en relación con este aspecto económico. Hay países como Malasia, y especialmente Vietnam, donde las empresas del Estado forman una parte importante de su economía doméstica.
Parte del problema a la hora de vender el TPP a grupos nacionales, es que mucho de lo que se discute y se negocia se hace en secreto. Desafortunadamente, esta se ha convertido en la práctica estándar para todos los acuerdos recientes de comercio.
Sólo cuatro naciones se han unido al TPP. Estas son: Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur. Todos ellas eran signatorias originales del pacto comercial en junio de 2005.
En general, será difícil que todos los aspectos del TPP se acuerden por parte de los miembros potenciales. Habrá numerosos obstáculos y desafíos nacionales que obstaculizarán el paso de este ambicioso esfuerzo. A pesar de las ventajas económicas a largo plazo para dicho acuerdo, el que pase el TPP no está asegurado.
Publicado el 14 de Mayo Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman.