Los inversionistas y las economías de la Unión Europea están decayendo. De los grandes poderes económicos, Francia se tambalea al borde de la recesión e Italia ya ha entrado en la misma situación. La economía de Alemania, el motor para el crecimiento en Europa, ahora se ha estancado. España va en picada y el Reino Unido, aunque tiene crecimiento, se dirige hacia tiempos difíciles que complicarán el crecimiento en 2015.
El BCE (Banco Central Europeo) ha llevado las tasas de interés a un precio tan bajo como ha sido posible. Al 0,05%, no hay mucho más que se pueda hacer en ese frente. La tasa a un día que los bancos pagan por depositar su dinero en el banco central, ya está en territorio negativo. El siguiente paso lógico para los políticos en el BCE sería la flexibilización cuantitativa (compra de deuda pública) en los mercados secundarios.
Alemania ha resistido durante mucho tiempo este paso debido a dos razones principales: una de ellas es que permite darle a los gobiernos una liberación de la presión, cuando son necesarias las reformas económicas. Hay poderosos grupos nacionales que han creado obstáculos en numerosos países; aquellos encaminados hacia las reformas. El segundo motivo de preocupación para el gobierno alemán, es que expone el contribuyente alemán al riesgo de tener que rescatar a sus países vecinos, que se niegan a reducir el gasto público y la deuda interna.
Aunque el gobierno alemán, bajo la dirección de Angela Merkel, afirma que están protegiendo el contribuyente alemán. Muchos alemanes no son conscientes de qué tan expuestos están ya a la suscripción de los programas que han impedido defaults. Esto ha sido más notable en Grecia, aunque en Portugal, Irlanda y España también se ha visto. Para ser justos con la canciller Merkel, tenía pocas opciones. Eran acuerdos financieros, o permitir que la zona euro fuese destruido sin posibilidad de reparación.
Aunque los alemanes se quejan de ser la vaca lechera de Europa, la Unión da enormes ventajas para la industria alemana y sus fábricas. Básicamente garantiza la apertura de mercados para los productos alemanes. La CEE (Comunidad Económica Europea) permite a los alemanes el acceso sin restricciones a los mercados nacionales de todos los países miembros.
Los dirigentes políticos de toda Europa son muy conscientes de los beneficios que la zona euro aporta a la economía alemana. El acuerdo les impide proteger a sus propias industrias, más notablemente en tiempos de crisis económicas. Además, se les impide participar en la práctica habitual de la devaluación, para hacer que sus exportaciones sean más competitivas. Por otro lado, también les permite una forma de chantaje, donde la situación se convierte en: nos ayudan o tendremos problemas.
La política de flexibilización cuantitativa en realidad ya ha llegado, solo es un poco más limitada por ahora. Por supuesto, el nuevo año traerá una expansión más en la línea de lo que se ha hecho en Japón y Estados Unidos. El BCE ya está preparando el camino, al hacer anuncios públicos y privados que insinúan que habrá una mayor flexibilización en la política monetaria pronto.
El BCE ya ha puesto en marcha a los tasas de interés que son excesivamente bajos, préstamos a largo plazo a los bancos y compras de algunos bonos del sector privado.
Esta semana el vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, dijo que el Banco Central está listo para iniciar la compra de bonos del gobierno a principios del próximo año, si decide que los métodos de estímulo más agresivos lleguen a ser necesarios.
Se espera que el balance del BCE vuelva a lo que era en 2012. Eso sería $ 1240 mil millones USD o 1 billón de euros más que lo que es en la actualidad. La esperanza es que una primera ronda podría ser suficiente para bajar las tasas de interés y estimular la economía. Esto es después de dos trimestres de crecimiento que tiende a cero. Sin crecimiento en Alemania, la CEE en su conjunto estará en el territorio negativo para el final de 2014 y para entrar en 2015.
La política de flexibilización cuantitativa ha sido prohibida desde los años de crisis, desde 2008. Esto se debió principalmente a que los alemanes insistieron en que la flexibilización cuantitativa daría lugar a déficits desbocados en los distintos países de la zona e inflación.
Recientemente ha habido una mayor preocupación por la deflación. Si la espiral de precios cada vez más hacia la baja coje fuerza, se complicarán los acuerdos que se habían hecho en relación con la deuda soberana. Esto hace que sea mucho más difícil para que las naciones como Italia y Grecia puedan atender a sus acumulaciones masivas de deuda, que están bastante por encima de su PIB (Producto Interno Bruto).
Para el resto del 2014, los inversionista y financieros tendrán que estar al tanto con la última serie de medidas que se iniciaron por parte la Unión Europea (UE). Estos incluirían proveer $ 26 mil millones de dólares, (21 mil millones de euros) en garantías para préstamos nuevos, que serían dirigidas a financiar inversiones en infraestructura, así como a las empresas medianas y pequeñas de los mercados.
Las garantías permitirían al European Investment Bank para asociarse con inversores del sector privado. Esto permitirá nuevas inversiones, en proyectos a largo plazo en las redes de energía y redes de banda ancha. La esperanza es que este tipo de esfuerzos atraerán más inversionistas privados e institucionales, ya que ambos buscan mayores rendimientos, los cuales se están ofreciendo en bonos del gobierno. Esos rendimientos ya están en mínimos históricos, bajarán aún más si el BCE empieza compras en el sector.
Muchos analistas siguen pensando que estas medidas más pequeñas serán insuficientes para cambiar las cosas en Europa. Con las restricciones presupuestarias nacionales en vigor, es decir que el gasto deficitario no debe superar el 3% del PIB, es poco probable que el nuevo dinero se puede encontrar para aprovechar plenamente dichos proyectos infraestructurales. De hecho, muchos países se verán obligados a aún más austeridad, para cumplir con las normas que se han puesto en marcha para hacer frente a la deuda soberana a largo plazo. Aunque algunas naciones, por ejemplo Francia, ya están oponiéndose en el cumplimiento de los plazos para lograr este objetivo, principalmente por razones políticas.
El 4 de Diciembre se tomarán decisiones en cuanto a qué tan pronto el BCE comenzará con la flexibilización cuantitativa. Si fuera por Mario Draghi, presidente del BCE, esta habría sido iniciada hace meses. Por ahora la creencia es que el euro ya se habría devaluado y las exportaciones rebotado.
Lo que refuerza la posición del BCE para comenzar una flexibilización en la política monetaria es que la inflación ha caído al 0,04%, muy por debajo del objetivo del 2%. La inflación es probable que disminuya aún más, con los precios mundiales de los commodities cayendo. El desempleo en toda la zona euro sigue siendo obstinadamente elevado en un promedio de 11,5%. El único crecimiento real que se está produciendo es en las zonas periféricas de la CEE. Estos incluirían naciones más pequeñas como las repúblicas bálticas, Irlanda, Portugal, Grecia y en Europa del Este, particularmente Polonia.
Sin embargo todavía hay sospechas de los alemanes, los holandeses y los escandinavos sobre la legalidad y los peligros morales de iniciar un programa masivo de flexibilización cuantitativa. En la actualidad, hay reglas que impiden que el BCE financie a los gobiernos nacionales a través de las compras de deuda soberana.
La austeridad que tanto defienden los tradicionalistas ha funcionado. Señalan el hecho de que Grecia tiene ahora un superávit en el presupuesto nacional primario. Esto es, si se sustraen los pagos de intereses sobre la deuda nacional; entonces, Grecia tendría equilibrado su presupuesto. Los rendimientos de la deuda soberana han estado cayendo, precisamente a causa de políticas fiscales más prudentes. Un ejemplo sería España, donde los rendimientos de los bonos de deuda pública han caído por debajo del 2%.
Las oposiciones aún no han llegado a un consenso. Otro trimestre de pésimo crecimiento, e incluso menor inflación inclinará la balanza en 2015. Ya sea en el primer o segundo trimestre del año que viene, las fuerzas políticas y económicas, finalmente forzarán la mano de los tradicionalistas, quienes involuntariamente concederán que se necesita más acción para reactivar la moribunda economía europea.
Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman