Es cada vez más difícil, en este tipo de mercado, encontrar un vehículo de inversión que le proporcione un buen retorno. ¿Dónde puede un inversor intentar hacer dinero en la economía actual? En el actual entorno mundial, donde cada vez hay mayor regulación del gobierno e impuestos sobre la actividad económica, se hace cada vez más difícil de encontrar una vía para invertir para el crecimiento futuro y seguridad. Los retornos se acercan más a cero para un número cada vez mayor de inversionistas.
Hay, al menos en el momento, bajos ingresos, procedentes de los commodities, en casi todos los tipos. En estos están incluidos los metales preciosos. Comprar deuda pública y bonos, con tasas bajas históricas, es poco atractivo, no sólo en los Estados Unidos, sino también en otros lugares. Los únicos países donde hay una aceptable tasa de rendimiento es en esos países que están cerca de hacer impago de deuda, o lo están. Por lo tanto, una posibilidad de mayor rendimiento implica mayor riesgo.
La propiedad raíz ha pasado por cierta recuperación desde la crisis de las hipotecas de 2008 y 2009, pero los retornos no igualan aquellos de la época antes de la crisis. Varios países ya están experimentando otra tendencia a la baja en la construcción de viviendas y edificios comerciales. Tal es el caso de China, por ejemplo.
Los mercados de la energía han tenido una grave caída en los últimos meses. Los precios del petróleo y el gas natural se han desplomado, dada la desaceleración del crecimiento y el aumento de los inventarios, los cuales impregnan a la economía internacional. Los análisis están prediciendo un movimiento masivo de dinero fuera de este sector de inversión. A pesar de que algunas empresas tratarán de mantener los niveles de rentabilidad, con niveles más altos de producción, eventualmente las abundantes existencias forzarán menos a los menos eficientes fuera de las operaciones del mercado.
Las energías renovables en este entorno actual ha estado decayendo por igual. La baja en los precios de los combustibles fósiles ha vuelto a la fuentes alternativas de energía mucho menos rentables. Muchos habrían ya quebrado, sin no fuera por que el gobierno brinda subsidios. El futuro puede parecer brillante para esta industria, pero el presente es un poco más complicado.
Los metales preciosos, como el oro, la plata, el platino y el paladio continua el comercio en un corredor estrecho, el cual rechaza cualquier beneficio real. Los precios siguen siendo manipulados por las casas de inversión, los gobiernos nacionales y los bancos centrales. El reciente retorno del dólar de los Estados Unidos (USD) en las finanzas internacionales, y con la rápida y fuerte apreciación de la moneda, también ha afectado las inversiones en metales preciosos. El estado del dólar, como moneda de reserva global, mantiene un tope en los precios y, por tanto, en las ganancias; por lo menos por ahora.
Las acciones siguen siendo el único lugar donde los inversionistas parecen ser capaces de generar los rendimientos suficientes para justificar el riesgo involucrado. El rally en los Estados Unidos, y en otros lugares, comenzó en 2009 y ha continuado, con algunas pausas, en una tendencia alcista desde ese entonces. El mercado bursátil ha dado lugar a que las valoraciones actuales sean de más del 100%, con la su consiguiente rentabilidad. En otras palabras, el mercado se ha sobrevaluado, y los regresos comienzan a presentar problemas.
Como la única alternativa para la inversión, el dinero continúa a verterse en mercados mucho más allá de lo que es prudente, dado el actual crecimiento económico, no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo. El crecimiento está siendo impulsado aún más con el dinero fácil; políticas establecidas por los bancos centrales. Las tasas de interés están históricamente bajas y la flexibilización cuantitativa, han dado lugar a una masa de liquidez en los mercados financieros.
La inflada oferta de dinero no se utiliza como se había previsto. La flexibilización cuantitativa y las increíblemente bajas tasas de interés, se ha de utilizar para financiar más creación y expansión de las empresas. Esa era la forma de lograr un mayor número de puestos de trabajo y el retorno del crecimiento en las economías domésticas de los países industrialmente avanzados, en todas las partes del mundo.
En lugar de ello, ha ayudado a impulsar una masa de especulación en el mercado de valores. Esto está empezando a crear una burbuja muy similar a lo que existió en el mercado de la vivienda, en los años en los de la crisis de las hipotecas. El aumento en el valor de la propiedad inmobiliaria en los primeros años del siglo 21 era simplemente insostenible.
Un indicador importante, es que las utilidades de las empresas se están disminuyendo. Sencillamente no hay suficiente crecimiento económico a escala nacional o internacional, con el fin de suministrar la expansión necesaria para resultados más lucrativos. Sin embargo, un número cada vez mayor de los inversores parecen haber perdido este instrumento fundamental en la medición de los riesgos de las acciones. Se hará cada vez más difícil para los inversores el encontrar compañías que sean realmente merecedoras de una mayor inversión.
Los bancos centrales no están realmente imprimiendo grandes cantidades de dinero, en vez de eso, están facilitando el crédito excepcionalmente barato. Las fuerzas del mercado y las necesidades cada vez mayores del gobierno, han impedido que este crédito realmente estimule la bonanza de la economía en cualquier lugar. En los Estados Unidos, Japón y ahora en Europa, la disponibilidad de financiamiento barato es alentadora, no sólo para un aumento de la deuda pública, sino también en responsabilidad de las empresas.
Con el fin de atraer a los inversionistas y mantener el dinero rodante, las corporaciones en los Estados Unidos y en otros lugares han estado en una ola de compras. Ha habido un aumento posterior en adquisiciones corporativas, fusiones, compras apalancadas y un nuevo mercado masivo, fenómeno conocido como: programas de recompra.
Que las acciones sean recompradas por la empresa que las emitió no algo negativo. En realidad puede ser prudente, en el caso de una compañía con mucha liquidez y opciones limitadas a otros tipos de crecimiento. Aunque, recientemente, ha tomado un nuevo rumbo. Las empresas están cada vez más endeudadas, para poder recomprar sus propias acciones. El resultado hace que el resto de las acciones que siguen estando disponibles en el mercado sean mucho más valiosas para los inversores. También se ayuda a impulsar la especulación en las acciones hasta un nivel casi frenético.
Sólo en los Estados Unidos, el pasado mes de enero, fue un mes récord por programas de recompra. Se estima que 5 billones de dólares USD al día, se han utilizado para tal fin. Desde el retorno de la fase alcista del mercado en el 2009, el stock total de recompras, está en algún lugar cerca de los 2 billones de dólares. Esto es el 10% del valor del S&P 500.
El resultado final sobre la economía, es el aumento del valor de los activos, pero no expansión económica real. Hay riqueza que se genera; sólo un pequeño porcentaje prospera. En otros términos, en este caso, los ricos se hacen más ricos. La gran mayoría de la gente ve poco beneficio. Esto es porque las inversiones reales en el nivel corporativo, no están teniendo lugar. Esto sería ampliar instalaciones y equipos para un futuro crecimiento.
Ha habido una falta de inversión de capital en el último ciclo económico. En los Estados Unidos, por ejemplo, cada vez más empresas están cerrando, más de las que se están abriendo. Este es un desarrollo reciente y preocupante para el futuro crecimiento.
Las políticas de flexibilización cuantitativa son absurdas y las tasas de interés han desalentado a las inversiones tradicionales y a las prácticas comerciales normales. Se ha alentado a la especulación masiva, y permite a las empresas merecedoras de créditos y a las entidades a emitir deuda para que los inversores compren. Permite a los empresarios el evitar la más ardua tarea de crear un verdadero crecimiento en las empresas que gestionan.
Lo que en realidad sucede es una burbuja especulativa que, finalmente, empieza a explotar. Será la tercera en menos de dos décadas. La primera de ellas, fue el auge de las acciones tecnológicas a finales de la década de 1990, que culminó en el busto que llegaron en 2001. La segunda consistió en la caída de las hipotecas en el mercado inmobiliario en el 2008 y la tercera, es la que está en camino.
El próximo colapso en el mercado de valores abrirá paso a una masa de quiebras y rescates del gobierno, que superará con creces la anterior reestructuración financiera. Debido a que la inversión se seca, la Segundo Gran Recesión se iniciará, la cual ocasionará indecibles sufrimientos a millones de personas a escala mundial.
Publicado el 12 de Marzo Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman