Muchos inversionistas internacionales siguen a la pregunta: ¿Grecia saldrá del Euro? Un nuevo gobierno de izquierda en Grecia no cambia las pésimas circunstancias fiscales en las cuales el país se encuentra.Grecia tendrá que renegociar la deuda aplastante que el país ha acumulado durante décadas de libertinaje.
El secreto que nadie quiere reconocer es que Grecia está casi en quiebra. El país se encuentra en una encrucijada. No hay opciones fáciles en un país donde los políticos irresponsables habían prometido a los electores mucho más de lo que era prudente, e incluso es posible, en el mejor de los casos.
Después de 5 años de austeridad bajo un gobierno conservador, Grecia ha logrado un hito de clase: traer al principal presupuesto del gobierno, menos los pagos de la deuda y de los intereses, a un equilibrio. Este no fue fácil de lograr y se llevó a cabo bajo el pretexto de que Grecia no tenía otra opción; debía hacer lo que fuese necesario para que el presupuesto del país estuviera en territorio positivo. Fue parte de un esfuerzo mayor para evitar que Grecia se viera obligada a abandonar el Euro.
El nuevo gobierno de Grecia (Syrzia) ha hecho una promesa electoral que será un infierno con el trío de prestamistas, integrados por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Son estas tres organizaciones las que determinarán si el gobierno griego debe seguir teniendo un menor costo financiero y que los bancos obtengan más fondos del BCE.
Depende de los funcionarios de estas instituciones determinar si las medidas de austeridad están avanzando en Grecia. Aquí radica el problema: Syrzia en este punto se niega a aceptar que estas organizaciones internacionales tienen alguna autoridad sobre Grecia.
El verano de 2015 traerá a la crisis de la deuda en Europa en primer plano una vez más. En ese momento, el gobierno griego tendrá que realizar un pago de 6,15 billones de euros, lo que equivale a US$7 mil millones de dólares (dólares de los Estados Unidos) al BCE. Grecia, es evidente, que no tiene el dinero en la mano para pagar este préstamo. Esto importa mucho, ya que el 60% de deuda griega se le adeuda a la zona Euro.
El resultado final es que los griegos quieren tener aún acceso a los $273 billones de dólares (240 billones de euros) del dinero de rescate, pero no desean mantener muchas de las medidas de austeridad puestas en marcha por el gobierno anterior.
En el período previo a este estancamiento, la incertidumbre financiera está teniendo un fuerte efecto en los mercados europeos, especialmente en Grecia. La bolsa de valores se ha reducido en un 25% este año y un total de 40% desde el pasado mes de junio. Los rendimientos de los bonos se han disparado hacia arriba, ya que muchos inversionistas están devolviéndolos. Las tasas de interés de ellos habían pasado más de un 11% a principios de este mes y ahora están justo por debajo del 10 %. Las acciones de los principales bancos griegos se han derrumbado. Sin más financiación del BCE, los bancos se enfrentan a una posible quiebra, a medida que los consumidores corren a sacar su dinero en efectivo.
El gobierno griego, bajo el mando del nuevo Primer Ministro Alexis Tsipras, y su Ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, llegó al poder prometiendo limpiar aproximadamente en un 50 % la insuperable deuda soberana. Insisten a sus contrapartes en Europa, principalmente a Alemania, que las condiciones para el pago de la deuda deben ser renegociadas. Si los esfuerzos fallan al reestructurar la deuda, hacer trueques, u otros, la amenaza es que Grecia deba dejar el Euro.
El gobierno griego está tomando la apuesta de que Alemania y el resto de Europa, tarde que temprano, harán concesiones. Esto evitaría el impago de la deuda y evitaría la necesidad de Grecia de tener que retirarse del Euro.
El problema para el Sr. Varoufakis, y al gobierno griego en general, es que su homólogo en Alemania, el Sr. Schauble, insiste en que los griegos se adhieran a los términos de los acuerdos anteriores. Estos incluyen restricciones de gasto y otros aspectos del programa de austeridad. Junto a él en este punto de vista está el ministro de finanzas de los Países Bajos, quien representa a la zona del euro en las negociaciones.
Mario Draghi, el jefe del BCE, también está determinado con que los griegos se atengan a los principios de austeridad. Estos funcionarios se resisten a aceptar a un desordenado Grexit, donde Grecia termina por abandonar el Euro y la consiguiente confusión que se crea en el resto de Europa. Sin embargo, colectivamente saben el resultado final de reabrir las negociaciones. Se puede configurar fácilmente una reacción en cadena en otras naciones, como lo son Italia y España. Estos países, es probable, que insistan en un cambio en las condiciones de sus propios paquetes de austeridad.
Lo anterior también socavaría el proceso para la zona euro, en relación con las negociaciones con las naciones que han de sobrepasarse en sus límites en el futuro. Utilizando el ejemplo de Irlanda, el país pasó por 7 años difíciles de re-estructuración y auto-disciplina, los cuales permitieron finalmente la salida de austeridad el pasado otoño. El crecimiento ha vuelto y los irlandeses tienen una economía que permite una ampliación en los gastos de gobierno.
Lo que sucedió en Irlanda, e incluso en Portugal, no es el caso de Grecia. Los dos casos anteriores pudieron salir de la austeridad gracias a medidas tomadas en conjunto con las grandes instituciones financieras de Europa. Los votantes griegos estaban dispuestos a considerar la idea de que pudieran escapar austeridad con un cambio de gobierno. El gobierno que tuvo la culpa por el desastre financiero se vio afectado en las encuestas.
La deuda total del país aumentó de 94% del PIB en 2010 a 129% en 2013. Sin embargo, el déficit presupuestario se redujo de 9,8 % del PIB en 2010 a 4,9 % en el año 2013. El 3% objetivo se logrará este año si el país sigue con austeridad. Portugal tiene previsto reducir el déficit al 2,7 % en 2015, gracias al mantenimiento de los recortes en el gasto público y prestaciones, además de la fuerte subida de los impuestos.
Los recortes en los salarios y las pensiones, así como un incremento de los impuestos en Portugal, prevéen un descenso en el consumo y la inversión. El desempleo alcanzó niveles récord y la emigración aceleró en el país durante la peor parte de la austeridad.
Aún así, el turismo y las exportaciones se mantuvieron estables en Portugal a través de la auto-disciplina económica y fiscal. Tanto es así que el país ha podido disfrutar de un primer superávit comercial en los últimos 70 años; esto sucedió en 2013. Finalmente los organismos de crédito aumentaron sus calificaciones y puntos de vista, y las tasas de interés de los bonos de gobierno disminuyeron considerablemente.
La deuda pública de Portugal, en 133% del PIB, es el 3ro más alto de la zona Euro, y se espera una caída al 123,7 %. Finalmente se reversa, ya que el gasto público y el déficit están en declive. El desempleo está disminuyendo y aunque escaso, ha regresado el crecimiento. Los principales partidos de la oposición, el centro-izquierda socialista está, como de costumbre, exigiendo más gasto público. Con las elecciones a finales de este año, es difícil para el gobierno mantener el actual rumbo económico, pero se espera que el público le recompense a Portugal luego de atravesar una encrucijada en un muy difícil período.
No es el caso de Grecia, cuando las elecciones se celebraron el mes pasado. Los votantes griegos estaban dispuestos a considerar la idea de que pudieran escapar la austeridad con un cambio de gobierno. El gobierno conservador, el que asumió la responsabilidad de la catástrofe de las finanzas de los griegos, fue castigado en las urnas por los electores.
Los resultados de las elecciones son comprensibles. Grecia ha estado en crisis desde hace 6 años. La ciudadanía ha sufrido grandes recortes presupuestarios, fuertes impuestos y tasas de desempleo por encima del 25%. Millones de ellos han perdido su seguridad económica y han experimentado un recorte importante en su calidad de vida. Fue el mismo tipo de gobierno irresponsable con similares promesas en el pasado el que ha llevado a este desastre fiscal. El pueblo griego ha elegido una vez más un gobierno que insiste en que las deudas pueden ser contraídas y no pagados.
Hasta ahora, los administradores del dinero de la Unión Europea no han parpadeado, a pesar de que los Griegos siguen persuadiendo y haciendo sutiles amenazas. Como ya se hizo con Chipre en el año 2013, a pocas horas de la reunión entre el Ministro de Finanzas Griego y el jefe del BCE, la fuente principal de financiación barata para los bancos griegos se deshizo.
El Sr. Varoufakis abiertamente ha declarado en muchas ocasiones que el problema en Europa no está en tratando de arreglar a Grecia, sino en conseguir que Alemania invierta más en los 28 países miembros de la zona Euro. En respuesta, los alemanes han hecho saber que no sólo Europa puede soportar un incumplimiento de la deuda griega, sino también la salida del Euro.
El ministro de finanzas alemán considera que, a diferencia de lo ocurrido en 2012, los mercados ya han incluido el incumplimiento de deuda de Grecia. Además, después de un breve período de incertidumbre y confusión, las secuelas de la ida de Grecia del Euro, son manejables. Al parecer tiene el apoyo pleno de la sobre cautelosa Canciller alemana, Angela Merkel.
A diferencia de la situación antes de la reestructuración de la deuda en 2012, el 80% de la deuda de Grecia ahora es propiedad del sector público, la cual puede resistir la incertidumbre de un Grexit mucho mejor que las instituciones privadas. Por lo tanto, la sensación entre los líderes financieros europeos es que pueden permitirse el lujo de esperar a que Grecia actúe.
Las condiciones empeoran en Grecia y una nueva asistencia financiera es rechazada; el gobierno griego se verá obligado a regresar a la austeridad original escrita en previos acuerdos. Si esa estrategia falla, la falta de moneda en sí misma obliga a imponer controles de capital en Grecia. Este será un último intento desesperado por parte del gobierno griego para tratar de salvar a los bancos. La situación de caos podría llevar a una protesta pública y a una reacción contra el nuevo gobierno de Grecia. Como dice la teoría: esto finalmente obligará a Tsipras, el Primer Ministro, a poner en marcha un nuevo alojamiento.
Las conversaciones entre Grecia y los acreedores de la zona Euro se ponen cada vez más virulentas, con el nuevo gobierno de Grecia acusando al resto de Europa de tratar de subvertir la democracia en Grecia. Syriza llegó al poder prometiendo un derrocamiento del régimen de austeridad Europea; tal vez, una vez más, se hizo una promesa política al pueblo griego que no se puede mantener.
Si estas conversaciones de alto nivel fallan, lo que dará como resultado es el mayor déficit de la historia mundial y que Grecia tenga que salir del Euro en cuestión de semanas. Lo máximo que los europeos están ofreciendo es una extensión de tiempo de hasta 6 meses en los términos de la deuda.
¿Qué están demandando los líderes financieros de Europa por parte de Grecia en términos de austeridad? Son varios aspectos que debe seguir al pie de la letra: mantener la actual política fiscal, privatizar más activos del sector público, más reformas del mercado de trabajo y controles continuos de las pensiones. La parte más difícil de todo el programa, es que el superávit fiscal primario en el presupuesto del gobierno, no solo se mantenga sino que aumente. Fue de 1,5 % en el año 2014 y tendrán que ser elevado a 3% este año y del 4,5 % en 2016.
Estas limitaciones en el gasto son un anatema para el nuevo gobierno de Grecia. Esto le impide a Syrzia el uso del dinero adicional para financiar los nuevos programas de bienestar y programas de lucha contra la pobreza. Hace un llamamiento para una mayor disciplina fiscal durante tiempos económicos difíciles. Es totalmente en oposición a lo que el nuevo gobierno de Grecia ha prometido a los electores.
No es sorprendente que el irresponsable gobierno estadounidense, bajo el mando del Presidente Obama, está expresando su apoyo a la negligencia de Grecia para cumplir con sus compromisos financieros. Mientras que en la propia Europa, los griegos se encuentran con pocos aliados para reforzar su posición.
A pesar de los riesgos para el conjunto de Europa, ¿En qué afectará el impago de la deuda externa y la salida del Euro a Grecia? El dracma regresaría y caería inmediatamente en valor frente al euro y otras divisas importantes en todo el mundo. El gobierno griego tendría que actuar con rapidez para evitar el retiro masivo de Euros que ha captado de los depositantes. Es posible que haya algún desorden civil, ya que los bancos se verán obligados a limitar los retiros. Los bancos griegos estarían operando por sus propios medios, ya que ya no podrían acceder a fondos de emergencia del BCE.
Después del shock inicial habría más descontento social, ya que el nuevo dracma pierde por lo menos el 50% de su valor. Por supuesto, esto dará lugar a inflación. Naturalmente los precios suben en Grecia, pero con el tiempo se tienden a estabilizar, teniendo en cuenta que el desempleo sigue por encima del 20%. El gobierno griego sería libre para iniciar su propio programa de QE (flexibilización cuantitativa) en el corto plazo.
El actual gobierno volvería a gastos con déficit, libre de todas limitaciones. Inversionistas, prudente y cautelosamente, exigirían tasas de interés mucho más altas, en caso de que vuelva a haber un nuevo incumplimiento por parte del gobierno. La calidad de vida de muchos griegos se reduciría aún más, a medida que la economía se ajusta al nuevo régimen fiscal y mnetario.
En el largo plazo habrá algunas ventajas para Grecia: las exportaciones se reviven, ya que las mercancías griegas que se venden en el extranjero disminuyen en precios. Ciertos sectores de la economía griega se beneficiarían sin duda. Un ejemplo sería el turismo. Visitar a Grecia se convertiría en una ganga una vez más, al igual que la compra de bienes raíces.
A los acreedores de la deuda soberana griega actual les quedarían $500 mil millones de dólares (441 mil millones de Euros) de créditos vencidos. La exposición de la banca extranjera equivale casi a $46 mil millones de dólares. Cerca del 16% es contraída con el FMI, y el resto para el BCE y otros países europeos. Este costo será sufragado por los contribuyentes de esos países.
La principal preocupación ahora es un contagio financiero y más salidas del Euro. En el 2012 esta situación habría sido mucho más probable, pero en la actualidad es una amenaza mucho más reducida. Dada la actual situación económica de Irlanda, Italia, Portugal y España, retiros adicionales de la zona Euro son poco probables en esta coyuntura de la historia.
Publicado el 17 de Febrero Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman