La Asociación de Comercio e Inversión Transatlántica es un acuerdo de libre comercio que se está negociando entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Este pacto comercial se ha vuelto muy controvertido entre aquellos grupos que temen la pérdida de más soberanía nacional y que favorecen la ampliación de oportunidades para el comercio y la inversión en ambos lados del Atlántico. A medida que las economías individuales de Europa y los Estados Unidos continúan luchando para volver a un mayor crecimiento normal, el interés público y la controversia en este acuerdo comercial sigue aumentando.
La Unión Europea (UE) y los Estados Unidos (EEUU), en conjunto, representan el 60% del PIB mundial (Producto Interno Bruto). Un nuevo acuerdo afectaría al 33% del comercio de mercancías mundial y al 42% del comercio mundial de servicios. Siguen existiendo una serie de conflictos entre los 2 gigantes económicos, pero, por lo general, ocupa menos del 2% del comercio total entre ellos. Ambas potencias económicas son bastante dependientes de tener acceso a los mercados abiertos en el territorio del otro. Un acuerdo de libre comercio entre ellos representaría el mayor acuerdo regional de libre comercio en la historia, con una estimación del 46% del PIB mundial.
Para aquellas personas que apoyan el acuerdo, la pretensión es que va a ser un impulso hacia un mayor crecimiento económico, tanto para los estadounidenses como ara los europeos. La Comisión Europea afirma que la aceptación del tratado podría impulsar el comercio entre los dos bloques económicos hasta en un 50%. Los críticos, por otro lado, temen que el acuerdo aumente la influencia corporativa si el tratado entra en vigor. Además, afirman que el TTIP hará que sea cada vez más difícil para los gobiernos individuales el regular los mercados nacionales.
El gobierno de Estados Unidos en este momento considera al TTIP como un acuerdo que acompaña a la Asociación Tras-Pacífico. La inversión estadounidense en la UE, por ejemplo, es 3 veces mayor que la inversión en todos los países de Asia. Por otro lado, la inversión de la UE en los EE.UU. es 8 veces más grande que las inversiones de la India y China, combinadas.
La afirmación pública se generalizó después de que una proyección se filtró en Marzo de 2014 sobre el plan; habrá sectores de la economía que se tomarán duros golpes cuando el acuerdo comercial entre en vigencia.
El pacto es de vital importancia, teniendo en cuenta que tanto Europa como Estados Unidos son los mayores socios comerciales de la mayoría de los otros países del mundo. Juntos, representan una tercera parte de los flujos de comercio mundial.
Desde el lado europeo se pueden dividir las áreas de negociaciones en 3 grandes categorías:
En cuanto a acceso al mercado, la actual se centra en la eliminación de los restantes aranceles aduaneros sobre los bienes, y las restricciones en los servicios. También se harán esfuerzos para mejorar el acceso a los mercados públicos, para así hacer más fácil el invertir a través de ambas economías.
Las conversaciones de industrias específicas tratan temas de regulación específicos y se están concentrando en la coordinación de esfuerzos para avanzar hacia un estándar para ambos lados del Atlántico. Hay un movimiento para eliminar los obstáculos reglamentarios innecesarios, además de la eliminación de los procesos burocráticos de ambos lados. Acuerdos específicos deben hacerse para los automóviles, productos químicos, cosméticos, electrónica, maquinaria, dispositivos médicos, pesticidas, productos farmacéuticos; así como a las barreras de los productos agrícolas y los alimentos.
La última categoría, la cual incluye normas y cooperación más amplias, se ocupa de la evolución hacia una única norma internacional para varios temas del programa. Esto incluirá una serie de temas, desde energía y materias primas hasta propiedad intelectual. También cubrirá temas como lo son las medidas comerciales correctivas para problemas específicos, como por ejemplo, el vertido ilegal de mercancías y desechos, prácticas ilegales, entre otros.
El tratado ha sido parte de un proceso de 12 años. Los europeos están presionando duro para tener un mayor acceso a los mercados financieros en los Estados Unidos, mientras que los estadounidenses insisten en que las exportaciones agrícolas lleguen a 500 millones de clientes europeos. Las corporaciones están ansiosas en ambos lados del Atlántico; hay un nuevo mercado combinado de unos 820 millones de clientes.
Los defensores del tratado insisten en que se sumará un adicional de 0,5% para las economías de Europa y los Estados Unidos. Junto con más crecimiento económico vendrá una expansión de puestos de trabajo, que es una preocupación primordial, sobre todo en zonas de Europa con obstinadamente altas tasas de desempleo.
Los beneficios del acuerdo serán algo desiguales. Aunque las exportaciones de automóviles alemanes a los Estados Unidos podrían duplicarse, esto, al mismo tiempo, reduciría la demanda de automóviles nacionales en los EE.UU. Como resultado, la competencia para los fabricantes de automóviles estadounidenses sería aún más intensa. Lo mismo es cierto para los agricultores estadounidenses y exportadores agrícolas. Una afluencia adicional de productos alimenticios estadounidenses afectaría a un gran número de productores europeos y los llevaría a estar fuera del mercado. Habrá ganadores y perdedores en diversos sectores de la economía.
El mayor problema con las negociaciones comerciales es la desregulación. Existen muchas reglas, como una forma inteligente de brindar protección a industrias o sectores de la economía en particular. Los opositores a este tratado insistirán en que la eliminación de barreras amenazaría a las medidas de consumo y de protección de datos, la salud, el medio ambiente y, en algunos casos, los derechos sociales.
Hay algunos que temen que las viviendas tendrán consecuencias no deseadas, lo cual puede tener resultados terribles. Un ejemplo de esto es el Servicio Nacional de Salud de propiedad pública en el Reino Unido. Si se les permite a las empresas de los Estados Unidos el que puedan manejar diversas partes de la organización, ¿dará esto lugar a una eventual privatización de toda la empresa? Si se hace otra excepción a este caso, como se hizo con los servicios audiovisuales para proteger a la industria del cine en Francia, ¿qué van a exigir los estadounidenses a cambio? La lista de excepciones es ya grande, incluyendo áreas como los alimentos modificados genéticamente y los productos cárnicos criados con hormonas de los Estados Unidos.
Un obstáculo aún mayor para el acuerdo es cómo funcionará el ISDS (Solución de Controversias de los Inversionistas de Estado). La agencia, en teoría, permitirá que las sociedades individuales puedan presentar acciones legales en contra de los gobiernos que están tratando de brindar protección a las empresas nacionales. La premisa para las reivindicaciones se basa en la pérdida de los beneficios futuros de una empresa. Sus defensores argumentan que es la única manera de asegurar que haya una libre circulación de los bienes y servicios, como es requerido por los artículos del tratado.
El hecho de que las negociaciones se llevan a cabo en secreto aumenta la ansiedad y hace poco para disipar los temores de una erosión de los procesos democráticos, y todo a favor de los intereses corporativos. Algunos países ya han manifestado, por ejemplo, que la inclusión de ISDS, como parte del pacto final, hace el aceptar el tratado mucho más problemático.
Los 28 países de Europa tendrán que aceptar todos artículos incluidos en el acuerdo. El nuevo gobierno de Grecia ya ha declarado públicamente que no tiene intención de aprobar esta nueva asociación transatlántica. El que pase no está asegurado en los Estados Unidos. Hay fuertes grupos políticos que pondrán presión sobre la legislatura para estropear las negociaciones. No está claro en este momento si la multitud de facciones se pueda acomodar para permitir el paso de este tratado gigantesco, el cual impactará en la expansión del comercio y la inversión.
Publicado el 21 de Mayo Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman.