Un inversionista podría preguntarse, ¿por qué la octava nación más grande del mundo, con abundantes recursos naturales y una población educada, seguir pasando de una crisis económica a la otra? La nación de Argentina se ha manejado desde su independencia, que fue hace más de 200 años. Continuando con la tradición, el país ha incumplido en el pago de sus deudas, por segunda vez, en 13 años; en 2014 Julio.
Por supuesto, según el gobierno de la Argentina, fue el resultado de algunos tenedores de bonos, quienes se negaron a la oferta de un pago parcial. Argentina tiene un acuerdo, con el fin de tener acceso a dinero nuevo, para pagar las importaciones necesarias. De hecho, la baja en los precios de los productos básicos han impactado severamente a la economía de la Argentina, y el lamentable gobierno sigue arruinándola.
Un fallo de la corte, en 2012, de los Estados Unidos, resolvió que Argentina tendría que pagar en su totalidad a la pequeña porción de los tenedores de deuda, los cuales se habían negado a tomar el acuerdo propuesto por el gobierno. Esto ha puesto a Argentina en un dilema, ya que según el acuerdo alcanzado con los tenedores de bonos en 2001, como una manera de animarlos a invertir una vez más, una oferta a un grupo de inversores debería ser ofrecida a todos ellos. Este artículo, conocido como derechos de las futuras ofertas (RUFO), expiró a finales de 2014. En teoría, esto permitiría entonces a Argentina el poder resolver la situación con el resto de los acreedores, y ser elegibles para nuevo financiamiento.
¿Cuál es el problema en esta lógica solución? El mismo que siempre ha sido: el obstinado gobierno del país, en la actualidad bajo el control de Cristina Fernández de Kirchner. El impago de la deuda, el pasado verano, por parte del gobierno de su país, vio la obligación de restringir las importaciones aún más en el segundo semestre de 2014.
Éste fue necesario, ya que las reservas extranjeras de divisas se había reducido a menos de $30 billones de USD (dólar de los Estados Unidos). Esta suma, en realidad, no sería siquiera pagar suficiente para cubirir 6 meses de importaciones en el país.
Las limitaciones de las importaciones ha provocado escasez de algunos bienes de consumo, pero lo más importante, es el déficit de suministros necesarios para numerosas fábricas. Este es el por qué los economistas han pronosticado que la economía Argentina se reducirá por lo menos en un 1% en 2015. Peor aún, aproximadamente el 40% de las reservas internacionales, este año, se utilizarán para el pago de deuda ya contraída. Este problema continúa asolando a la economía del país.
En respuesta, el pasado mes de diciembre, el gobierno ofreció a los bonohabientes este pago, que consistía en títulos que madurarían para el 2024. Menos del 5% de los acreedores se fueron con el proyecto. Como era de esperarse, la mayoría de ellos preferían tener su pago ahora.
Muchos inversionistas de deuda de de Argentina se han vuelto tan tercos como la Presidente Cristina Fernández de Kirchner. Después de que se les llamó “buitres” y se les hizo responsables de los sufrimientos de la población argentina, por parte de la misma Presidente, se han vuelto menos propensos a ser solidarios. Por otra parte, en la actualidad, sería vergonzoso para el gobierno de Argentina el pagar estos reductos que se adeudan.
Es dudoso que la solución vaya a cambiar la realidad de la situación. Dado el pasado historial de pago, es poco probable que los inversores quieran comprar cualquier nueva deuda emitida en Argentina en el futuro próximo.
Es mucho más probable que la Presidenta Fernández se salve ella misma y no resuelva. Con plazo limitado y con nuevas elecciones en octubre, es más probable que le pase este fracaso a su sucesor. Un acuerdo no la beneficiaría políticamente
Las empresas extranjeras en Argentina han reducido las operaciones, algunos simplemente redujeron sus pérdidas y abandonaron inversiones. Estas empresas extranjeras se acostumbraron a la ineficiencia, la corrupción y el interminable ciclo de inflación. Muchos ejecutivos han aceptado, al igual que muchos argentinos, que el país tendrá una gran crisis económica, fiscal y monetaria cada 10 ó 12 años.
Sin embargo, lo que no habían previsto, fue la hostilidad del actual gobierno, encabezado por la Presidente Fernández. La lista de sus objetivos sigue creciendo, e incluye empresas notables, tales como: American Airlines, HSBC, Procter & Gamble y Shell. Además de la retórica, se ha impuesto una serie de redadas contra una serie de empresas. El objetivo de las autoridades en Argentina no es sólo recoger los impuestos adeudados, sino que es también el garantizar que cualquier moneda extranjera, especialmente dólares, no pueda salir del país.
Desde 2011, el Presidente Fernández ha prohibido a las empresas extranjeras el poder enviar sus utilidades al exterior. Junto con un estricto control de la moneda, su objetivo fue evitar la fuga de capitales del país, a medida que las condiciones económicas seguían empeorando. Para adicionarle al problema, ha obligado a las empresas que deseen importar commodities, o mercancías, a exportar algo más, pero de valor similar. El ejemplo más famoso de este fenómeno fue la empresa automovilística alemana, BMW, quien exportaba arroz, para que se le permitiera realizar la importación de automóbiles.
El intento por parte del gobierno de evitar la fuga de capitales, en general, ha fallado, si uno considera la cantidad de las reservas de divisas disponibles. Han caído de estar en $50 billones de dólares desde que las últimas restricciones fueron promulgadas en 2011, a menos de $20 billones de dólares ahora, como se había indicado anteriormente. Otros regímenes monetarios, puestos en su lugar por la Presidente Fernández, incluyen tipos de cambio múltiples, los cuales, básicamente, han destruido el peso argentino. Como resultado de ello, la inflación está galopante, en una tasa de crecimiento anual que supera el 40%, muy por encima del 28% registrado hace un año.
El resultado final ha hecho de Argentina uno de los países menos competitivos del mundo, y uno de los peores lugares para abrir y mantener un negocio. La inversión extranjera ha pasado de miles de millones en el lado positivo, a estar en el negativo y decreciente, en la medida que más empresas bajan la velocidad de las operaciones y venden sus participaciones. El mayor ejemplo de esto último es Vale, un gigante empresa minera brasileña. Abandonó por completo una inversión de $6 billones de dólares y ha abandonado totalmente el mercado argentino. Para la mayoría de las empresas restantes en el país, hay esperanza de que las nuevas elecciones traigan un poco de cordura en el caos actual.
La Presidente Fernández ha estado utilizando la economía argentina como una herramienta política para mantener el poder por muchos años. Ella parece tener poco respecto a los daños hechos a largo plazo que está haciendo con su intromisión en las perspectivas económicas del país.
El gobierno ha recurrido a prácticas populistas tradicionales para aferrarse al poder. Estas actividades suelen incluir pagos del gobierno a los distintos bloques de la votación pública. Estos costos sólo puede ser pagados al imprimir más dinero. La anterior es lo que está contribuyendo a la tasa de inflación galopante del país.
El desempleo fue de 6,8% a finales de 2013 y 7,5 % en 2014. Una vez más, la tasa real se estima que esté por encima un 2% más. Incluso los argentinos ya están sintiendo el dolor financiero. Los sueldos, que se habían aumentado en 2012 y el 2013 en respuesta a la inflación, ya no mantienen el ritmo.
Las condiciones de vida está disminuyendo, lo cual se refleja en la disminución de los gastos en los supermercados en todo el país. Hay algunos economistas que dicen que se ha reducido en un 5% en el último año. El gasto discrecional ha caído aún más. Las ventas de automóviles por ejemplo, han caído en más de un tercio en los últimos años. Se espera que caigan aún más en 2015.
Un problema adicional, es el obtener información precisa sobre lo que está ocurriendo con la economía de Argentina. El Fondo Monetario Internacional (FMI) sigue acusando al gobierno argentino, al igual que a otras instituciones, de manipular las tasas de inflación, de desempleo y el PIB (Producto Interior Bruto). Esto ha estado presente por lo menos desde 2007. Las amenazas de sanciones financieras y otras medidas punitivas aún no han sido eficaces para lograr que el gobierno de Argentina informe cifras de manera correcta.
El gobierno intenta luchar contra el problema del desempleo mediante la ampliación trabajos patrocinados por el gobierno. El empleo del estado aumentó en más de un 4% en 2014 y podría alcanzar incluso mayores cifras este año. Por supuesto, los déficit resultantes son financiados mediante la impresión de pesos, lo cual lleva a una mayor inflación, como se ha mencionado antes. Se ha convertido en un círculo vicioso.
Las protestas están aumentando, especialmente desde el reciente escándalo de la muerte de Alberto Nisman, un fiscal federal. Murió horas antes de que fuera a dar evidencia de obstrucción de la justicia en una acción en contra de la Presidente. Más preocupante para la Presidente Fernández, es la acusación que ya se había elaborado en contra de ella.
La respuesta presidencial a la tragedia fue el sustituir a los funcionarios superiores del servicio de inteligencia con partidarios de su Gobierno. Ella también ha apoyado con entusiasmo la idea de un suicidio, pero el público no cree que esa fue la causa de la muerte.
No hay esperanzas de una alternativa viable contra la Presidente Fernández, dada la nube de sospecha que rodea a la administración en general. El vicepresidente, Amado Boudou, por ejemplo, fue acusado dos veces en el año 2014, por corrupción y fraude, pero permanece en el cargo.
El pueblo de Argentina se ha dado cuenta por fin de lo que está pasando en la economía y quiénes podrían ser responsables. Los índices de aprobación presidencial se encuentran ahora en los 30. Sin embargo, ella ha sido presidente desde el año 2007, y es muy probable que se aferre al poder hasta el final del año. La mayoría de los argentinos e inversionistas extranjeros se han resignado a esta realidad. La cuestión más importante es, ¿cuánto es mucho para el gobierno argentino?
A pesar de que la era de Kirchner como presidente, que comenzó con su difunto esposo en 2003, está a punto de concluir, ¿está el electorado realmente preparado para un cambio, no sólo en forma, sino en realidad? ¿Basarán sus decisiones en mérito en lugar de personalidad y grandilocuente retórica? El mundo de la inversión por ahora tendrá que esperar a esta respuesta.
Publicado el 05 de Marzo Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman