China está adquiriendo cada vez más prestigio e influencia en el mundo, gracias a su cuidadoso esfuerzo de estar trabajando con las instituciones establecidas en el occidente, cuando es de beneficio, y evitándolas cuando no son compatibles con la meta china hacia el estatus de gran potencia. China ha tenido un gran éxito en la obtención de apoyo, lo suficientemente grande, alrededor del mundo. Ha podido estructurar el Asian Infrastructure Investment Bank, pese a las objeciones del Japón y los Estados Unidos. Ahora, los chinos están trabajando para hacer que el Yuan, también conocido como renminbi (moneda del pueblo), sea la moneda de reserva mundial para el comercio y la inversión.
Una vez más, China está encontrando que los Estados Unidos están tratando de bloquear la iniciativa, lo cual se sumará al poder de China. La subida del yuan permitirá a los chinos su lugar en la economía mundial, la cual se ajusta con su creciente riqueza y la fuerza industrial. China, con un PIB (Producto Interno Bruto) de $9,240.27 trillones de USD (Dólar estadounidense), es la segunda mayor economía del mundo. Los Estados Unidos, en comparación, tiene un PIB de $17,701 trillones de USD. En paridad de poder adquisitivo, China ya cuenta con la economía más grande del mundo.
Como fue el caso de la última vez que una gran potencia fue superada por otra, es necesario volver al siglo 20. Aunque Estados Unidos había superado a la economía de Gran Bretaña en 1872, los británicos fueron capaces de mantener su dominio internacional por otra generación.
La victoria del Imperio británico, la cual se había logrado durante las guerras napoleónicas y fue ratificada por el Congreso de Viena en 1815, duraría un siglo. El hecho decisivo fue la Primera Guerra Mundial. Fue en los campos de batalla de Francia, encerrados en una lucha desesperada con la Alemania Imperial, que Gran Bretaña llevó a la quiebra de su economía.
Tras el final de la guerra, los británicos fueron capaces de mantenerse firmes con el Imperio, pero la libra esterlina dio paso gradualmente al dólar estadounidense. Al final, la realidad económica siempre gana. Los Estados Unidos estaban creando enormes empresas, las cuales tenían un alcance global. Gran Bretaña, que había sido el taller del mundo, fue superada por la producción en masa en la industria manufacturera y la industria.
Los británicos también fueron capaces de mantener su preeminencia en los asuntos internacionales, pero sólo porque los Estados Unidos no retaron al orden del mundo en el momento. Los estadounidenses todavía no estaban listos para asumir la posición de la primera potencia del mundo. La Segunda Guerra Mundial iba a cambiar este paradigma. Esta vez, con el fin de lograr la victoria, los británicos prácticamente destruyeron su economía y con ella, el Imperio. Fue en ese entonces que los Estados Unidos se convirtieron en la superpotencia del siglo 20.
La creación de las Naciones Unidas, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y numerosos otros tratados y alianzas militares, pronto permitieron al poder estadounidense el ser proyectado en todo el mundo. Fue el poder económico estadounidense el que permitió a los Estados Unidos manejar a la mayor parte del mundo a su voluntad.
Bretton Woods, celebrada cerca del final de la guerra, y las numerosas instituciones financieras que brotaron de esta conferencia, consolidaron el dominio comercial y monetario estadounidense. El FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial son sólo dos ejemplos de la ascendencia financiera estadounidense. Esto le dio a los estadounidenses la capacidad de ofrecer el dólar como la moneda de reserva mundial; otorgó a Estados Unidos una ventaja enorme, y ayudaría a que Estados Unidos se convirtiera en el poder económico, por excelencia, por el resto del siglo.
En el siglo 21, exactamente cien años después del comienzo del fin de la supremacía británica, el mundo está una vez más en un momento en el que un país está en ascenso y listo para adquirir las herramientas necesarias para alcanzar el estatus de “gran potencia”. Cuando Alemania intentó desafiar a Gran Bretaña a finales del siglo 19 y principios del siglo 20, se convirtió en la Primera Guerra Mundial. Los británicos decidieron utilizar la fuerza militar para evitar la dominación económica y militar alemana sobre continente europeo.
En retrospectiva, tal vez la estrategia del primer ministro, Lord Asquith, no sirvió los a intereses británicos en el largo plazo. El no tomar una política más activa en los asuntos europeos, y el no estar atentos a las crecientes aspiraciones alemanas, hizo de la guerra un evento inevitable.
La adición de la fuerza militar británica negó una rápida victoria militar alemana, pero también aseguró una larga lucha. Lenta y dolorosamente los alemanes comenzaron a ganar, primero en el este, y sólo se les negaría la victoria en el oeste por la llegada de las tropas estadounidenses. Esto inclinó la balanza del poder hacia el lado británico, pero a un gran costo. Los británicos quedaron prácticamente insolventes financieramente al final de la guerra.
Ahora, la competencia es entre China y Estados Unidos. Se espera que la lucha se mantenga en el ámbito económico y financiero, pero siempre hay la posibilidad de un error de cálculo. La creciente agresividad de los chinos en el Mar del Sur de China, por ejemplo, ha hecho que esto sea demasiado evidente. Los estadounidenses son, en parte, culpables del ascenso económico chino. El incurrir en un enorme déficit comercial y fiscal, en el transcurso de las décadas con China, ha permitido al país su actual influencia financiera.
China está tratando de convencer al FMI para que el yuan se convierta en la moneda de reserva mundial. Esto lo pondría en un grupo élite que consta sólo del dólar estadounidense, el yen japonés y el euro. Sería el primer paso en una campaña para derrocar al dólar de los Estados Unidos de ser la moneda de reserva mundial. Por supuesto, los Estados Unidos se oponen a los esfuerzos de China. Desafortunadamente para los estadounidenses, sus aliados clave están, una vez más, apoyando a China; principalmente Europa occidental, dirigido por los alemanes.
La actitud en Europa, e incluso en Australia, es que se le permita al Yuan chino el tener el estatus de moneda de reserva. Esto ayudaría a acelerar las reformas necesarias para liberalizar a los mercados financieros, parcialmente cerrados, dentro de China. Esto facilitaría el comercio y abriría las puertas Chinas a una mayor inversión occidental y penetración del mercado. Intensificará, a su vez, la necesidad de los bancos centrales de los principales países de adquirir Yuanes para sus transacciones y reservas.
La elevación en el poder financiero de China llegará en un momento ideal para el país, en su intento para desafiar la hegemonía económica y política de los Estados Unidos. Los norteamericanos, por su parte, entienden la amenaza, e insisten que para que el Yuan se convierta en una moneda de reserva, China debe reformar completamente su sistema económico.
Los Estados Unidos están exigiendo un sistema financiero mucho más abierto en China. Esto incluiría: la liberalización de la tasa de interés y una tasa de cambio basado en las fuerzas del mercado. También tendría que haber una mayor supervisión internacional en ese asunto.
Se sabe que el liderazgo comunista chino no cede a las demandas estadounidenses; se demuestra que es una forma de estropear el esfuerzo. A pesar de las objeciones de Estados Unidos y japoneses, el gobierno chino está avanzando con algunas reformas. Por ejemplo, a partir de mayo de este año, el gobierno chino estará obligando a su sistema bancario el proveer un seguro de depósitos bancarios para los clientes.
Para que el Yuan chino pueda ser considerado como moneda de reserva, de acuerdo con las normas del FMI, debe ser de libre uso. Por supuesto, las reglas son lo suficientemente flexibles como para que la junta ejecutiva pueda modificarlas de cualquier manera. Por lo tanto, la forma en que el gobierno chino maneja cuidadosamente el valor del yuan, no necesariamente descalifica su consideración para tal fin. La decisión del FMI se realizará a finales de este año.
China, sin duda, ha ayudado a su causa mediante el uso del yuan en sus transacciones comerciales internacionales. Estas han aumentado notablemente en los últimos años. Al mismo tiempo, por desgracia para China, hay controles gubernamentales sobre el flujo de capital dentro y fuera del país. Esto bien puede ser el factor decisivo para los funcionarios del FMI.
Independientemente del resultado inmediato, ya no es una cuestión de sí será o no; se trata de una cuestión de cuando el Yuan llegará a ser una moneda de reserva. El Director Administrativo del FMI incluso ha dicho que así será. Los Estados Unidos no puede evitar el cambio en el poder para siempre. La historia demuestra que, con el tiempo, la fortaleza económica y financiera de un país debe ser reemplazada en los asuntos internacionales, de una forma u otra. La única alternativa sería la guerra. Dada la creciente fuerza del país, es poco probable que la condición de gran potencia esté muy lejos. China será la próxima superpotencia mundial en este siglo; es sólo una cuestión de qué tan pronto.
Publicado el 09 de Abril Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman.