A pesar de la garantía constante por parte del gobierno de los Estados Unidos a los inversores de que todo está bien con la economía nacional, hay una serie de informes del gobierno, y otras estadísticas, que dicen lo contrario. El anuncio de marzo de puestos de trabajo es un ejemplo de esto. Los economistas esperaban que las nóminas no agrícolas aumentaran a 245.000. En lugar de esto, el aumento fue a un mero 126000. Fue el peor informe desde diciembre de 2013. Es otro claro indicio de que hay una serie de debilidades que poco a poco están erosionando la recuperación económica, que ya de por sí es bastante lenta. También hay un número creciente de indicadores de que el fin del ciclo económico se está acercando. Los inversores están cada vez más preocupados por ello.
Los analistas intentarán culpar al informe de empleo de marzo en una serie de factores que incluyen: el débil gasto de los consumidores, la disminución de los beneficios empresariales e incluso, el mal tiempo. Para empeorar las cosas, los números de febrero están siendo revisados, y tienen una baja de 295.000 a 245.000; en enero los resultados bajaron de 239.000 a 201.000. El informe de marzo indicó la primera vez en la cual la creación de empleo fue inferior a 200.000.
La Administración sigue manejando estas bajas cifras de desempleo, pero la tasa oficial de 5,5% es algo engañosa. La participación laboral está en el 62,7%, la más baja desde 1978. Si la participación laboral fuera tan alta como lo fue durante el gobierno de Bush, hace menos de una década, el desempleo sería superior al 9%.
Si esto hubiera sido una recuperación típica, ahora habría 14 millones más de estadounidenses empleados. La tasa real de desempleo, si se incluye a los subempleados y a los que simplemente se han rendido, es de 10,9%.
Con el crecimiento del empleo frenado, la hay una creciente especulación de que la Reserva Federal (Fed), el banco central de los Estados Unidos, continuará manteniendo las tasas de interés en niveles históricamente bajos de manera indefinida. Las anteriores se redujeron casi a cero en 2008 y han permanecido allí desde ese entonces. Una vez que los inversores se dieron cuenta de la determinación de que la Fed no movería las tasas a niveles más altos, las acciones se recuperaron de las noticias del empleo la semana pasada.
El dólar se tropezó un poco en valor y los precios del crudo tuvieron una modesta ganancia en el precio. El WTI está de nuevo por encima de $ 52.00 USD (Dólar estadounidense), después de un aumento del 6%; el precio internacional del Brent está por encima de $ 58.00 USD una vez más.
La desaceleración en la contratación es de base amplia en varios sectores de la economía. Las nóminas en fabricación cayeron por primera vez desde julio de 2013. El empleo en la industria de la hospitalidad está en el punto más bajo desde septiembre de 2013. El sector de la energía, especialmente el petróleo y el gas natural, continúa perdiendo empleos. La desaceleración se ha visto en una reducción del empleo en el sector de la construcción; este también se vio afectado significativamente.
La confianza de los inversores en la economía de Estados Unidos y el dólar estadounidense está disminuyendo; es evidente en el aumento en los metales preciosos de la semana pasada. La venta de estos productos está llegando a su fin. Todos están por encima del costo de producción, de nuevo.
Los economistas siguen explicando el descenso en crecimiento; se lo atribuyen a la desaceleración en la demanda de consumo. Hay una razón fundamental detrás de este descenso. Los consumidores en los Estados Unidos están en máximos con sus deudas. La deuda total de los hogares se ubica actualmente en más de $1,2 trillones de dólares. Simplemente tienen dificultades para acumular más deuda, incluso a tasas de interés más bajas.
En las universidades el lucro es menor, donde la tasa de impagos es de alrededor de 20%. La razón de esto es sencillo: estos estudiantes salen de la escuela al mercado laboral y, es posible que no encuentren trabajo, o que el que tengan no pague lo suficiente.
Ha habido un resurgimiento en algunos préstamos sub-prime, una vez más, lo que claramente no es un buen augurio para el futuro. Los préstamos de enormes sumas de dinero a los prestatarios, que simplemente no puedan devolver el dinero, pero podrían servir como buen interés en el corto plazo, no es una buena política bancaria.
Es lo que ayudó a llevar la economía en picada hacia la Gran Recesión, que duró desde finales de 2007 hasta la primavera de 2009. El patrón no se limita sólo a los bienes raíces; se puede ver en los préstamos para automóviles también. Casi un tercio de ellos pueden ser considerados como sub-prime.
Por otra parte, ya que los bancos están siempre ansiosos de ganar dinero adicional, el Congreso de Estados Unidos ha facilitado a las instituciones financieras, una vez más, el especular en trading de derivados y swaps de créditos.
El rápido aumento de los precios de los activos, incluyendo el mercado de valores, no han beneficiado a la clase media en general, sino más bien, la mayor parte de las recompensas financieras se han concentrado entre los ricos. Su riqueza se concentra en bienes tangibles, los cuales siguen aumentando en valor.
A medida que la inevitable desaceleración en la actividad empresarial llega, ¿qué puede hacer el gobierno de los Estados Unidos? Desde el año pasado ha habido más empresas cerrando que las que están abriendo. Este es un cambio importante para la actual economía de los Estados Unidos.
Como las pequeñas empresas son las creadoras de empleos reales en la economía norteamericana, se podría pensar que las políticas se pondrían en práctica para ayudar en sus esfuerzos. Lo contrario está ocurriendo. Costos y regulaciones adicionales continúan en aumento, añadiendo restricciones ambientales y gastos médicos; el famoso ObamaCare.
El gobierno de Estados Unidos, entonces, va aún más lejos con los esfuerzos para perseguir a las grandes empresas que están tratando de reducir sus obligaciones fiscales, al mover sus sedes corporativas al extranjero. Conocida como “inversión corporativa”, se ha convertido en el blanco favorito de la actual administración. Es como si la reducción de costos fuera antipatriótico.
Este es el resultado de ser el país que tiene la tasa más alta de fiscalidad en las empresas en el mundo industrializado. Con el 39,1%, es una tasa que se supone que ayudaría con la masiva cantidad de deuda que acumula Estados Unidos, pero tiene un sinfín de errores fiscales y contables, los cuales las empresas tienen que incluir en su corto total. Esto es algo que no se tenía previsto. Todo este papeleo adicional, y el personal necesario para entender todo esto, agregan más costos a los gastos finales de la empresa.
No puede haber otro estímulo patrocinado por el gobierno. El último fue aprobado en 2009 por una suma de más de $ 800 billones de dólares. Se puede argumentar que proporcionaba cierta liquidez adicional en el mercado.
Sin embargo, este tipo de esfuerzos fiscales ya no son factibles con el déficit federal actual y la deuda nacional en más de 18 trillones dólares USD. Los más preocupante son los $120 trillones USD en los pasivos no financiados del gobierno en programas sociales para la jubilación y la atención médica.
Si la Reserva Federal pudiera volver a la flexibilización cuantitativa, como una forma de estimular el crecimiento, los beneficios a corto plazo serían finalmente descontados; la devaluación del dólar de los Estados Unidos y la inflación tendrían su impacto en la economía de Estados Unidos. El bombeo cada vez mayor de grandes cantidades de liquidez en los mercados no restaurará la demanda de los consumidores. La manipulación monetaria no va a resolver el problema.
Lo que se necesita ahora son condiciones que puedan restablecer la confianza empresarial y hacer crecer a la economía, no incurrir en más deuda. A pesar de la retórica proveniente del gobierno de los Estados Unidos, el crecimiento económico real y la inversión no son algo que se pueda imponer o promulgar como ley. Esto lo hace el sector privado de manera orgánica.
Publicado el 07 de Abril Por: Jeffrey Hagenmeier / traducción: Tomas Eastman.